Vera Vigevani es una mujer de 93 años quien en su vida ha tenido que afrontar dos de las mayores tragedias del siglo XX. Ella nació en italia en Milán y tenía solo 10 años cuando fue expulsada de la escuela a causa de las leyes raciales de 1838. De hecho ella es judía y junto con su familia tuvo que escapar a Argentina, huir, para evitar la deportación a los campos de concentración. Por desgracia, su abuelo decidió quedarse y en consecuencia fue deportado y asesinato en Auschwitz.

Después de esta infancia difícil, ella se construyó una vida muy feliz, se casó y tuvo una hija: Franca. Sin embargo, con la llegada de la dictadura militar de Videla, entre los años setenta y ochenta, su vida cambió drásticamente. Su hija Franca fue secuestrada mientras participaba en una manifestación contra la dictadura en su colegio y después desapareció junto con muchos otros jóvenes.

En respuesta a estas desapariciones, Vera y otras madres fundaron el movimiento de las madres de la Plaza de Mayo para intentar averiguar lo que estaba pasando con sus hijos. Así todos los jueves daban vueltas alrededor de la plaza central de Buenos Aires con las imágenes de sus hijos.

Vera se enteró del destino de su hija veinte años después de su desaparición y algunas madres todavía no han obtenido ninguna información sobre sus hijos.

Lo que impresiona a la gente que escucha a Vera es su personalidad, porque, a pesar de las desgracias y de las pérdidas que ella ha sufrido, sigue siendo una mujer enamorada de la vida, feliz y desprovista de rencor u odio. Ella no predica la venganza sino la solidaridad y la necesidad de no callarse, de no permanecer indiferentes frente a las injusticias. Por estas razones todavía hoy sigue contando su historia tanto a jóvenes como a adultos porque es muy importante ir más allá del muro del silencio para no olvidar estas tragedias y para aprender de ellas.

por Ferrari Francesca, 5 de lingüístico

Vera Vigevani è una donna di 93 anni che nella sua vita ha dovuto affrontare due delle maggiori tragedie del ventesimo secolo. Nacque in Italia a Milano e aveva solo 10 anni quando venne espulsa dalla scuola a causa delle leggi razziali del 1938. Vera infatti è ebrea ed insieme alla sua famiglia dovette scappare in Argentina, fuggire, per evitare la deportazione ai campi di concentramento. Sfortunatamente, suo nonno decise di rimanere e di conseguenza fu deportato e ucciso ad Auschwitz. Dopo quest’infanzia difficile, si costruì una vita molto felice, si sposò e ebbe una figlia: Franca. Tuttavia, con l’avvento della dittatura militare di Videla, tra gli anni settanta e ottanta, la sua vita cambiò drasticamente. Sua figlia Franca venne rapita a causa di una manifestazione contro la dittatura nella sua scuola e successivamente scomparve insieme a molti altri giovani. Come risposta a queste sparizioni, Vera e altre madri fondarono il movimento delle madri della Plaza de Mayo per sapere cosa stava succedendo ai loro figli. Perciò tutti i giovedì giravano per la piazza centrale di Buenos Aires con le immagini dei propri figli. Vera venne a conoscenza del destino di sua figlia vent’anni dopo la sua scomparsa e ancora oggi alcune madri non hanno notizie dei propri figli. Quello che impressiona la gente che ascolta Vera è la sua personalità, perché nonostante le disgrazie e le perdite che ha subito, continua ad essere una donna innamorata della vita, felice e priva di rancore e odio. Non predica la vendetta ma la solidarietà e la necessità di non rimanere in silenzio e indifferenti di fronte alle ingiustizie. Per queste ragioni ancora oggi continua a raccontare la sua storia a giovani e adulti perché è molto importante andare oltre il muro del silenzio per non dimenticare queste tragedie e per imparare da esse.

Francesca Ferrari, 5 linguistico